Amigos...nunca he escrito cuentos, pero siempre hay una primera vez, para todo en la vida...
Esta es la historia de un hombre fiel vasallo, aventurero de papel, ojos intrépidos y mirada aguda, de voz gentil y galante pero mesurado...¡todo él, era un dechado de masculinidad!, rezumaba fragancias otoñales, apacibles y certeras...Un hombre del que cualquier mujer podría haberse enamorado, sólo si se atrevía a hacerlo....
Éste en particular, había adquirido la alquimia de las ciencias ocultas, la plaga de los mil años y el cosquilleo por las culturas antiquísimas, ya extintas y por demás obscuras, que sólo unos pocos miembros de una elite de completa intelequia comprendían.
Afanosamente, había propuesto sentarse junto a una ventana a mirar pasar el tiempo, así se habían mudado las horas, los días, los años, y... ¡hasta las estaciones! No advertía los cambios, a más no ser , el del caso de que alguno de ellos, osara incordiarlo. Era tan poco o nada lo que pedía y sin embargo tanto lo que ansiaba, que entregado a la existencia, oculta su esencia, las manos se habían olvidado de escribir... Su espíritu, otrora ocurrente y febril, estaba demolido por el signo de las telarañas y el peso de las futilidades...Su alma, había pactado con absoluta pasividad, la entrega a la voluntad divina...Días y noches en calma, eran el marco en el que deambulaba, aletargado bajo el signo de babel...
Una noche, como por accidente, "algo" lo despertó...De manera extraña, una carta por error, llegó a sus manos, al abrirla... ¡oh , sorpresa!¡Estaba en blanco! ¡Las letras habían huido, en forma inexplicable! Comenzó a preguntarse por el contenido, el remitente y por supuesto en la suma de dos más dos, el resultado no era el esperado, ¡al menos para él!...
Decidió girar, nuevamente la carta a su remitente, pensando las situaciones más insólitas e inesperadas...Con una pequeña esquela, acompañó ese reenvío, aclarando que si había sido un "error" pues comprendería, en caso de ser lo contrario, agradecería, completarla con los datos faltantes...
Pasaron los días, y la vida continuaba en la pradera, los árboles verdeaban, el olor a tomillo manaba de la espesura del bosque y la montaña comenzaba a reverdecer a la par de la vida de las gentes del poblado.
Una tarde, la respuesta llega...¡finalmente!
La carta volvió a su destinatario con los datos faltantes, acusando error del emisor, por inexperiencia en el envío de correo y culpaba al cartero, que poseía un sistema de entregas complejo con horarios tan disímiles que habían trastocado al emisor...
En ella, una muchacha le saludaba, y le contaba sus anhelos, esperanzas, sus sentimientos más puros y tiernos, cual libro abierto, para que el destinatario se deleite degustando cada párrafo escrito. La joven, le explicaba parte de su vida, sus ocupaciones, y todo como si fuere una biografía por entregas...
En la lectura, hubo algo que le asombró, él sólo leía, lo que en la verborrágica carta se exponía, sin condicionamientos ni premuras, sólo era un relato de alguien que sin intercambiar nada más que ese correo cruzado, le exponía algo que formaba parte de otra vida...
Consternado, fue de a poco respondiendo carta tras carta...las que iban...retornaban...y en ese retorno ¡había tanto gozo y placer!, que cada vez se fueron haciendo ¡necesarias!...¡imprescindibles! y siempre una, mejor que la anterior. Como un buen vino tinto que en bodega se deja añejar, y que con el paso del tiempo, se torna más exquisito...
Así los días y las noches de antaño apacibles, convirtiéronse en tormentos tempestuosos, que movilizaron el corazón dormido del paciente.
Este máximo varón, sólo sabe que en cada carta hay un destino que viaja en tren, vive y muere por él, se engrandece con su grandeza y ama lo que él ama. Ese hombre, sabe que sólo las cartas son obra del destino, incierto, pero hay sangre en las venas henchidas, pasión que desborda y una pelea diaria por librar...embates soliviantados, árduos y cuya contraparte sólo pacientemente le toma la mano y lo invita a caminar...
Caminan juntos a la vera de un camino, con sueños, anhelos y quimeras, con las velas desplegadas, las vías puestas, los pasajeros de siempre y sobre todas las cosas ¡plenos de amor!...¡Tanto, que en sus ojos se denota la plenitud!
Espero que esta narración les haya agradado...
Con mi amor....Regina Noctis
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