Duerme alma mía...

La noche serena
alumbra trémula,
¡todo está en calma
mi niño sueña!...
Una sonrisa incipiente
por las comisuras de sus labios denota,
pues hay en sus pensamientos,
un amor que ansía y añora...
En sus gestos sutiles,
signos holocáusticos
reptan en batallas sabaniles,
embriagado de amor y de éxtasis...
Amamantando con ambrosía
su esencia que delira...
cierra sus ojos sedientos,
¡me llena de desesperación,
inquietud y caricias!...
Liba succionando,
humedeciendo mis pezones,
¡que suspiran atentos!
¡que gimen despiadados!
¡que jadean ávidos!
aguardando la entrega mutua...
Acaricia mi vientre,
derribando insosegado
mis acumuladas tempestades...
¡Qué delicia!
Acuno sus sueños
¡sueños de vida !...
¡Duerme mi niño,
duerme alma mía!
La luna, el cielo y las estrellas
¡ya sienten envidia!
del amor que sentimos...
¡sin tiempo ni medida!...

Merecido descanso para las letras, mas no para los sentimientos, que se tornan arrolladores, devastadores, derrochando amor a mansalva...
Mi voz se desnuda de sensaciones y mi corazón late acelerado, ebrio y apasionado.

Regina Noctis

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