>> 01 agosto, 2006

Desde hace unos años se vienen gestando múltiples investigaciones sobre las dificultades que poseen los individuos para comprender mensajes o al menos decodificarlos.
Según Presseisen, el rol de la escuela es indiscutible para fomentar el desarrollo de procesos más complejos de pensamiento, tales como la resolución de problemas, toma de decisiones, pensamiento crítico y pensamiento creativo. (Estos procesos más complejos incluyen procesos básicos de pensamiento tales como calificar (encontrar características únicas por medio de definiciones, hechos, reconocimiento de unidades básicas, problemas y tareas); clasificar (determinar características comunes por medio de similitudes, diferencias, agrupaciones, comparaciones, distinciones); relacionar (detectar operaciones regulares como partes y todos, patrones, análisis y síntesis, secuencias y orden, deducciones lógicas); transformar (relacionar características conocidas con desconocidas, crear significados por medio de analogías, metáforas e inducciones lógicas); establecer relaciones de causa efecto y evaluar por medio de predicciones, inferencias, juicios, evaluaciones).
Ahora, también es cierto que los medios de comunicación social, juegan un rol fundamental, puesto que hoy predomina la imagen por sobre el texto; y ésta, marca en cierto modo, lo que “debemos encontrar” y allana el camino al misterio, favoreciendo que “la caja boba” nos indique hasta como debemos vestir, cocinar, comer bien y porqué no, con quien establecer relaciones vinculares, si es que no… ¡te las consiguen!, convirtiéndose en Celestinas modernas.
Sería una utopía pensar que un adolescente de nuestro milenio, prefiera intentar comprender un texto, analizarlo, adquirir un vocabulario impecable y hasta escribir sin “ horrores” ortográficos, si miles de bombardeos cotidianos cual Vietnam, le indican poner en práctica la ley del menor esfuerzo, se atenga a escuchar los comentarios que los noticieros brindan, expresando “ sus verdades”, baje la cabeza y a todo le diga “ ¡si bwana!” , con total veneración al “ San Cajoncito animado” ; misma situación que parece repetirse en algunos adultos adolentizados.
Hay un abismo fantasmagórico entre lo que se pretende trabajar en las aulas y lo que sucede en la vida real, ambos mundos no congenian, porque parece que uno no ha sido presentado con el otro, y miles de profesores, buscan las estrategias para reflexionar sobre qué hacer con esta “idiotelevizada” persona.
La pregunta es ¿qué hacemos? Porque son nuestros hijos, hermanos, amigos los que viven este “mal”, los que no “ven más allá de sus narices”, quienes no entienden lo que sucede, no encuentran la luz, como en el mito de la caverna y los que sí, pues son contados con los dedos de la mano y me sobran.
Actualmente el mundo está en caos y no comprenden lo que implica esta situación, viven en tinieblas, esperando que algún “iluminado” les diga lo que deben ver, creer y hasta pensar y sentir.
Si entendiéramos que no todo lo que brilla es oro, podríamos cualicuantificar esas situaciones comunicacionales diversas, ceñir convicciones y las actividades solapadas de los medios de comunicación, que venden lo que les place, se verían limitadas.
¡Qué pobres y miserables vidas nos esperan con estos futuros presidentes, de un mundo llamado cáncer!


Es bonito hacerlo en cualquier posición

Hay quienes dicen que hacerlo parado fortalece la columna, boca abajo estimula la circulación de la sangre, boca arriba es más placentero...
Hacerlo sólo, es rico pero egoísta, en grupo puede ser divertido, en el baño es muy digestivo, en el carro puede ser peligroso...
Hacerlo con frecuencia desarrolla la imaginación, entre dos enriquece el conocimiento, de rodillas resulta doloroso. Sobre la mesa, sobre el escritorio, antes de comer o de sobremesa, en la cama o en la hamaca, desnudo o vestido, en el césped o el tapete, con música o en silencio, entre sábanas o en el closet puede resultar algo...¿acogedor?. Hacerlo, siempre es un acto de amor.
No importa la edad, ni la raza, ni el credo, ni el sexo, ni la posición...
¡Leer es un placer!

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