Dualismos...
>> 16 marzo, 2007
¡Cálido sosiego
son tus caricias profundas
en mis penitentes panicies y orogenias!...
¡templando la tórrida corola!...,
¡pinando los erectos pezones!...,
¡atormentando mis ansiosas caderas!...,
¡afiebrando las voluptuosidades!
¡Tus manos seducen!...
¡Tus miradas desvisten!...
¡Tus deseos subyacen!...
¡Tus labios deleitan!...
¡Tu lengua de gozo relame,
sorbiendo mis manantiales,
de néctar iridiscente!...
¡Mis ojos se van cerrando!...
¡Mi torso va expirando!...
¡Mi cuerpo de fémina
va serpeando,
con desenmarañadas armonías...
tomando tus directrices,
hacia mis bisectrices!...
Entonces, libando con fruición...
con seductor encanto,
¡entrando y saliendo!...
¡bajando y subiendo!...
recorres el río de placer,
¡quebrando los silentes susurros!...,
¡transmutando en afiebrados jadeos!...,
¡rompiendo! la noche estrellada,
con atroces anhelos guturales...
¡pidiendo más!...
¡ansiando más!...
¡amando más!...
¡ahhhhhhhhh!
Los minutos de eternos vaivenes,
¡se van envolviendo de sudores!,
¡desbarrancando pudores!...,
¡desbordando los orgasmos con gemidos!,
¡conteniendo el aliento!...
¡entrando y saliendo!...
¡saliendo y entrando!...
¡subiendo y bajando!...
¡bajando y subiendo!...
¡ahhhhhhh!...
Los espasmos descerrajan,
¡la glauca vía láctea!,
que invade la atmósfera...
de ese amor,
que entrambos
noche a noche, ¡renace!...
El lazo invisible que envuelve los destinos, con mágicos designios del Sino, siempre nos sorprende, acercándonos al amor, cuando menos lo esperamos; y es ése mismo amor, el que desborda, desencadena e inunda de emociones, provocando la brisa de vida, que sólo se observa en el rostro amado...
Mi niño, ¡tú llevas el sello de mi amor perpetuo!...
REGINA NOCTIS
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