Regina Noctis: abril 2008

Pergaminos alados,

alondras de la noche,

siniestros hados

que martillan cada poro

en vuelo vertical u horizontal...

¡son tus falanges amor!

que zozobran mis sentidos cuando devanas con tus lamenttos,

susurrando al oido...

¡esa pasión!

que sobrevuela las cumbres de mis Andes,

rebasando las rocas erectas ...

que al simple crepitar se tornan

bebida dispuesta para embriagarte de placer...

Libas gota a gota,

mientras los pétalos de mi infinito...

se abren dando paso a esa cálida oleada

¡que surge de la nada

y extravía la razón!...

Mi Universo, ¡toda Yo!,

se torna consonancia, quimera, playa,

excitación, insolencia ¡sinfín de gemidos!...

cuando tu piel se viste de mi,

cuando tu ser inunda con incontenida furia,

el abismo...

donde nacen y mueren

los anhelos, deseos y ¡te quieros!....

Y te amo así ...me amas así:

arando el cielo, escuchando el glandor del clarín,

colmando de zarcillos las estrellas,

formando con nuestros cuerpos una cobla a la luna, escribiendo versos al sol,

sonetos a la mar y un poema a Eros....

único testigo de nuestro apocalíptico andar...sin aún declinar.

Te amé, te amo y te amaré...

Regina Noctis

http://es.youtube.com/watch?v=3gD-YpCjew4&feature=related

Con el cansancio en la piel…
con el hastío de la roca sombría…
con el sin sabor de los días rotos…
con el pálido y tenue aliento…
con la sinapsis de una pobre metonimia…
con la soledad en los bolsillos…
con el estigma confuso
de pensamientos ensombrecidos…
¡aposté la vida y me dejé ganar!
ya no tengo remedio…
¡Te extraño!
Con la identidad marchita…
con el amor convertido en trémulo susurro…
con la lección más compleja de todas las vividas…
con la calma hecha trizas…
con los minutos impávidos…
con las horas acanaladas de un romo zinc…
¡anclada a la vera de una sombra!
¡Te extraño!
Con la mirada perdida en la nada…
con los ojos de cuencas húmedas,
¡que rodan sin timonel!...
con las manos cansadas de amaneceres vacíos…
con los pasos apagados de caminatas sin sentido…
¡Te extraño!
Con estos versos que mondan en danza siniestra,
¡melancólicas letanías,
de esa dulce ironía,
de ser fuego de noche… hielo de día,
de amarte aún,
sin tiempo ni medida!...