Palabras para mí...
>> 10 agosto, 2006
Dulce apasionada,
dulce melancólica...
sin palabras y en silencio,
con ese incansable viajero
al que llamas pensamiento,
bebes ilusiones
celestes y bucólicas.
¡Cómplice de la vida!
¡Cómplice de las palabras!
Traficas con versos
¡cóncavos y obscenos!
¡obscuros e inciertos!
Porque sólo allí
tienes a tu mundo,
oculto y en secreto.
Amante de los siglos,
¡amante de los poetas!
has hecho de tu vida,
una excursión al país de las maravillas.
Por azar del destino...
porque así lo quiso...
¡seduces al amor!
¡robas cariño!
Sólo unas palabras... ¡Sean felices! Como sea.La felicidad es abstracta, plena... no tiene precio ni peso. Sólo se siente. No pretendan sujetarla porque se escapa entre los dedos como el agua. No la coloquen en campanas de cristal porque se consume...Déjenla que sea libre, sólo así sabrán de los misterios de la vida. Créanme, que es lo más bonito que nos regala el destino...Es como un largo viaje, que se transforma en aventura. ¡Sean aventureros!
Con cariño...¡Regina Noctis!
4 comentarios:
Te pedimos disculpas si fuimos impetuosas. Tú sabes que te queremos mucho. No fue adrede.
Aquí va nuestra disculpa:
Nunca quisimos ofender
nunca quisimos intervenir
sabemos que hubo un error
hoy nos toca pedir
piedad en esta ocasión,
pues sabemos que hicimos mal
a la hoguera o al patíbulo
ese será nuestro final.
Bruja, amiga, querida
tu vida es una intriga
ya que sola siempre has estado
hoy tu vida es secreto de Estado.
Con amor y cariño. El grupo de papel maché y costura.
¡Hay días, mi amor,…yo no sé!
¡Hay días… en que mi mundo es gris!
Mis mañanas musicales, aspiran el polvo del mundo
se tornan un tortuoso tormento.
Hay días en que sólo necesito verte
Y la vida encauza por su vertiente…
Y mi caos convexo
plexo con plexo,
al retruécano obseso migra.
Hay días, mi amor,…yo no sé
Hay días, mi vida,…yo no sé
¡en los que no quiero despertar!...
¡en los que sólo callo y observo al cielo!...
¡en los que esquivo miradas y miradas!...
¡en los que sólo tengo ganas de llorar!...
Regina Noctis...
Augusto Monterroso - Decálogo del escritor
Primero
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.
Tercero
En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En literatura no hay nada escrito".
Cuarto
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamas escribas nada con cincuenta palabras.
Quinto
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.
Sexto
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
Séptimo
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.
Octavo
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.
Noveno
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
Décimo
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.
Undécimo
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
Duodécimo
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecera tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratara de tocarte el saco en la calle, ni te señalara con el dedo en el supermercado.
El autor da la opción al escritor, de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.
RECETA MAGICA
En una cacerola derrita la inercia, la amargura y el tedio.
Unte con mucha risa, especialmente sobre sus propias tragedias.
En bol aparte, pele y corte en tiras la ansiedad, pique fino el egoísmo, ponga en remojo el "yo" hasta que se macere, pero cuíde de no derretirlo enteramente.
El rencor aplástelo contra una tabla, troce el reproche y la envidia.
Tire a la basura el pellejo, la pereza para pensar, la vanidad de no cometer errores y la cobardía de no admitirlos.
Deje un largo rato bajo la canilla, hasta que se vayan por el sumidero, el remordimeinto por el pasado, la culapabilidad por el presente y el miedo por el futuro.
Amase todo con cordura, sin ahorrar algún gramo de locura.
No se preocupe si tarda en ablandarse: la impaciencia no es compatible con la ternura.
Sazone con la defensa de algún derecho , propio y , sobre todo ajeno.
Cocine a fuego lento la pasión, pero vigile que no se queme.
Para decorar use armonía con la existencia y distribuya en la fuente combinando imaginación y lucidez.
Deje reposar dos horas (o veinte años) y sirva con mucho amor.
¿Dónde estás, que no te encuentro?
Publicar un comentario