Con mi corazón en tus manos...

¡ Ay, días sin ti !

Angosto es, frío y estrecho,
el espacio que abre mi pasión
cercenando en vacíos huecos
duros duelos en mi pecho,
que agitan este loco corazón
ausente de tus perdidos ecos.

Vehemente, sediento de ti,
busca en tu feérico remanso
la placidez de su descanso
cargado de vivo frenesí.

¡ Ay, días sin ti !

Otra vez, sin morigeración,
a recorrer, amor, he vuelto
palmo a palmo tu universo
para así pura vivir la noción
de ese cuerpo tuyo esbelto,
con rienda suelta de su verso,

Te escucho en silencio
cada vez que te pienso;
sintiendo en dolor intenso
su efecto si no te presencio.

¡ Ay, días sin ti !

Cómplices sois tú y la noche
de mis amorosos desvaríos,
y gozáis de mi demencia
poniendo a ello como broche
un punto de razón a desafíos
para superar callada tu ausencia.

De tanto como te extraño,
¡oye, amor, vibrar mi alma!,
que busca de ti la calma
morando a tu paraíso aledaño.

¡ Ay días sin ti !

Es mi existencia arpa en tu mano
que jorguinera y trémula digita
de ella amorosa melodía infinita
sacando lo divino de lo humano.

Te amo con tanta fuerza,
con tanto brío y fiereza,
que pido perdón al Cielo
si le causo con ello celos.

Ya nada quiero si no estás tú, amor.
Sin ti no hay nada. Sin tu presencia nada tiene sentido.
Rugía mi pecho cuando esto te escribía
y mi mente alocada te evocaba, verso a verso, palabra a palabra.

Te amo, te amo, te amo infinita y eternamente.

Siempre tuya.